lunes, 28 de marzo de 2016

Han reventado un parque lleno de niños con sus madres en Pakistán. En los telediarios le dedican a la noticia treinta segundos justo antes del tiempo. (Poco más o menos.)

En Europa, cada vez hay más nazis (o cada día se hacen más visibles, no sé bien), al amparo, no pocas veces, de clubes de fútbol; aquí o en Holanda, en Bélgica, en todas partes. Y, lo peor: se nos va colando el miedo en las conversaciones, se escuchan cada vez más frases que huelen a racismo, exclusión y, a menudo, a desprecio. Ahí, en lo cotidiano: el bar, el metro, el trabajo, la calle.

Eso sí, mucho gesto solemne, muchas grandes palabras, mucha ceremonia para ocultar lo evidente. Y alambradas. Cada vez más altas.


Y no sé nada. No sé cómo se sale de aquí. No sé si se puede salir ya, a estas alturas.


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