Termino de leer El balcón en invierno, de Luis Landero, y salgo a mi balcón y miro a la gente que viene y va, ese hormigueo bullicioso de minucias cotidianas de cada mañana que tan a cuento viene...
Desde que leí Juegos de la edad tardía no había disfrutado tanto con Landero (por razones distintas, eso sí).
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